De los factores negativos que se le puede achacar al París Saint-Germain de Luis Enrique, la contundencia no es uno de ellos. El equipo parisino volvió a hacer gala de su gran pegada en la ida de los octavos de final de la Champions League ante la Real Sociedad, venciendo por 2-0 gracias a los goles de Kylian Mbappé y Bradley Barcola.
Y fueron importantes las anotaciones, pero también el aporte del futbolista más escurridizo del campo durante el primer duelo de la eliminatoria: Ousmane Dembélé. El extremo francés se hizo hijo del viento ante los donostiarras, siendo indetectable para los rivales y enloqueciendo a la zaga que no encontró otra manera de pararle que con faltas.
De hecho, Dembélé brilló con luz propia en el Parque de los Príncipes durante el compromiso contra la Real y lideró varias estadísticas durante los primeros 90′: fue el jugador con más duelos ganados (once), con más faltas sufridas (cinco) y con más regates exitosos (cuatro de cuatro intentados).
Además de su gran encuentro, Dembélé también tuvo participación directa los goles. El tanto incial de Mbappé nació tras el córner cobrado por el exfutbolista del Barça, y la sentencia de Barcola también tuvo su origen en una jugada de Ousmane, librando a un rival para jugar con Fabián y que este asistiera previo al gol. Una noche donde relució con brillo propio el mejor Dembélé.