Es un problema de difícil solución con el que lidian cada día el FC Barcelona y sus jugadores, y la última víctima ha sido Iñigo Martínez, para quien lo sucedido el domingo fue la gota que ha colmado el vaso de su paciencia cuando varios tiktokers le insultaron.
Auténticos descerebrados
Xavi Hernández ha concedido días de descanso a la plantilla tras el entrenamiento de recuperación del domingo en la Ciutat Esportiva Joan Gamper. Al finalizar la sesión, Iñigo Martínez vivió un desagradable incidente con uno de los tiktoker que merodean a la entrada del recinto blaugrana.
En el video grabado por uno de los presentes, se puede ver cómo el defensa central del Barça, al abandonar las instalaciones de Sant Joan Despí, detiene su vehículo, sale del mismo y se encara con uno de los presentes. “Que sea la última vez que me llamas tonto, la última vez que me insultas, y tu amigo lo mismo”, dice, antes de regresar al coche y abandonar el lugar. “Y no vayas de chulo”, añade el jugador. “¿Y tú, qué?”, todavía se atreve a decir el descerebrado que provoca el incidente.
Al mismo tiempo, se oyen las voces de otras personas pidiendo a los adolescentes que provocan al jugador que se controlen. “¡Pero no hagáis estas cosas!”, o: “Pero, ¿qué haces?”, dicen, mientras un niño pide una foto con el futbolista.
Una indignación más que justificada
La indignación de Iñigo Martínez está más que justificada, pues él y sus compañeros se ven obligados a soportar situaciones similares día tras día. A las puertas de la Joan Gamper, además de periodistas y reporteros gráficos llevando a cabo su labor informativa, se congregan aficionados que buscan una foto, un salido o una firma de sus ídolos. Y, también, avispados que intentan realizar negocio con imágenes y autógrafos de los jugadores.
Estos últimos, en ocasiones han llegado a golpear los coches, o incluso se han lanzado sobre el capó de los vehículos para obligar a los jugadores que se detengan, provocando algún altercado. Y si no logran su objetivo se encaran con ellos y, como fue el caso, los insultan hasta provocar una situación desagradable.
La solución del problema no es sencilla, pues tanto los periodistas y aficionados que actúan de buena fe como el resto de los presentes están situados fuera del recinto del Barça, que, por lo tanto, no tiene autoridad para actuar contra ellos y regular su comportamiento.