Alfred Adler, reconocido psicoterapeuta austríaco de finales del siglo XIX y principios del XX, popularizó con su teoría del complejo de inferioridad el término ‘Complejo de Napoleón’, aquella “tendencia de los hombres de baja estatura a compensar por medio de conductas de agresión y ambición su desventaja ante hombres más altos”. Dos centímetros más alto que el emperador francés existe un joven nacido en Irvine, Escocia, con el mismo liderazgo al servicio de sus compañeros cuyo objetivo es derrotar a los gigantes del ‘Big Six’ de la Premier League.
170 cm. Ni más ni menos. Esa es la estatura de Billy Gilmour, un audaz centrocampista de 22 años del Brighton de Roberto De Zerbi dispuesto a romper con las falsas premisas del fútbol inglés. En una teórica modernidad donde predomina el físico y los centrocampistas ‘Box to Box’ (capaces de llegar al área rival y defender en campo propio), residen casos excepcionales como el de Billy que desmienten la regla. Mientras la media de estatura de los veinte equipos de la Premier se situa entre los 186 cm de la plantilla del Everton y los 177 cm del Brighton, hay casos de futbolistas ‘bajitos’ que conviven en una de las ligas más físicas del planeta.
De Bernardo Silva (173 cm y unos 64kg) también se decía que no podría adaptarse al fútbol total de la Premier. Rico Lewis (169 cm), Raheem Sterling (170 cm) o el más pequeño de todos, Tariq Lamptey (163 cm), también se ‘solidarizan’ con Gilmour. En el caso del escocés, más allá de su justa estatura posee un dominio del balón exquisito y una capacidad innata para dirigir a sus compañeros en construcción. Tiene último pase y una visión de juego privilegiada que le permiten pasar por encima (o por debajo) de las torres rivales.
UN ESCOCÉS ‘GUARDIOLIZADO’
Frente al Tottenham, volvió a demostrar de lo que es capaz con una enorme actuación que le puso de nuevo en primera línea del ojo mediático. Pese a la derrota ‘in extremis’ de su equipo (2-1), Gilmour fue el metrónomo de los ‘Seagulls’ con un recital de liderazgo en salida de balón, buscando ser siempre el hombre libre y aprovechando su enorme capacidad de acierto en el pase para quitarse de encima a los hombres de Postecoglou. No fue tarea fácil, pero lo consiguió con creces. En medio de la mala racha que atraviesa el club, el ‘factor’ Gilmour es una de las pocas noticias positivas junto al regreso de Ansu, Enciso y Mitoma.
En poco menos de los noventa minutos que disputó, completó el 89% de los pases que probó, incrustándose entre centrales para aprovechar su desplazamiento en largo con varios envíos precisos a sus compañeros. Con ese estilo tan ‘Guardiolesco’ (antes de la influencia en el juego del de Santpedor sobre la Premier hubiese sido casi imposible ver a un escocés jugar de esta manera), haciendo parecer fácil lo difícil con el balón siempre en su poder, Gilmour logró reivindicarse frente a uno de los equipos más incómodos de toda la Premier League. Pudo salir a la superficie en medio de un mar de piernas.
¿EL MEJOR GILMOUR?
Tras una etapa de irregularidad en su juego y titularidades seguidas de banquillos bajo la atenta mirada de De Zerbi, Gilmour ha sido elegido en el once inicial en los últimos ocho encuentros de Premier y parece haber recuperado un buen estado de forma en lo futbolístico. Acumula 32 partidos disputados esta temporada. En el norte de Londres, el escocés aprovechó la oportunidad y nos deleitó con la mejor versión de aquel futbolista que enamoró a Frank Lampard en Stamford Bridge. Prometía ser uno de los mejores talentos de la Premier. Por el momento, esa versión está en camino.
A sus 22 años, está asentado en un proyecto ideal para crecer como un talento joven destinado a apuntar más alto. Y es que antes de firmar definitivamente por el Brighton en 2022 por 10 millones de euros, Gilmour se formó en las categorías inferiores del Chelsea y llegó a debutar con el primer equipo en agosto de 2019 a los 18 años. Aquella fue la temporada de los descubrimientos en Stamford Bridge, con una prohibición de fichajes que propició la oportunidad de talentos de la cantera como el propio Gilmour, Tomori, Mount, Abraham o Reece James. Ahora, lejos de Londres, es su momento de explotar definitivamente, porque el talento lo tiene: Billy es un chico muy especial. Y no le hacen falta más centímetros para conquistar Europa.